martes, 15 de noviembre de 2011

La Decisión del Diablo y el Cuerno de África






Los indignados de Wall Street en Nueva York, los del movimiento 15M en España, los que protestan en París, Reino Unido y Grecia, miedo en Italia y en Alemania. Europa entera tiembla bajo la amenaza de la caida del euro y del subsecuente cambio drástico de un estilo de vida sofisticado y cómodo. Qué los toros, qué los delfines, qué la selva y hasta las ONG's suecas que apoyan grupos terroristas como las FARC. Mientras el mundo se indigna, se subleva y apoya causas vergonzosas; la voz de los que sí se dignan a dirigir su mirada hacia los miles de hombres, mujeres y niños que mueren de hambre en el Cuerno de África, es opacada por el pánico chillón y revoltoso de aquellos que siempre lo han tenido todo. El verdadero carácter de la raza humana se revela frente a lo indignos que nos hace el egoísmo personal que nos deja por debajo de los mismos animales que decimos querer salvaguardar.

En países en vías de desarrollo, las hijas oligofrénicas de familias prestantes gastan miles de dólares en vestidos de gala para certámenes de belleza, que dicen, lo hacen porque sus atuendos "representan la pureza de sus almas y la luz que irradian a los que tienen el privilegio de conocerlas".

Perdón, ¿Estoy quizás observando ese pérfido mundo secular y materialista? Vuelvo y pido excusas por no ser claro desde el principio. La Iglesia del Señor en el mundo entero, también pasa por la criba de la prueba que cierne sin favoritismo los intereses egóaltras de ministros y feligreses seducidos por los afanes de este mundo: qué los conciertos, qué el Grammy, qué los congresos, qué la 'revelación personal' de nuevas estrategias espirituales, qué las campañas televisivas para recoger fondos y no a favor de las almas, Qué la falda y el pantalón en la mujer, qué el maquillaje, qué los aretes y el piercing, qué si se dejó crecer el cabello o que porque se lo cortó, qué vistió de negro, qué se involucró en política, qué si se permite la música rock para Dios, qué la nueva secta, qué la rebeldía y la división eclesial, qué porque miró o porqué no lo hizo. Y el mundo se muere de hambre física y espiritual.

En Liboi, frontera entre Somalia y Kenia, miles de somalíes huyen de la guerra que sostiene el grupo fundamentalista Al Shabaad contra el fragil Gobierno de Transición Federal de Mogadiscio, hacia un campamento de refugiados en Kenia que ha dispuesto la ONU. Atraviesan el desierto a pie, con una estera para dormir, una copa de madera donde beben leche de camella, un bidón de agua, y las loh, unas pesadas tablas con inscripciones del Corán. Entre las mujeres somalíes hay una expresión que se hizo parte de su argot popular y tristemente lo hará de su historia reciente: 'la decisión del diablo'.

Así le llaman al doloroso y amargo dilema de tener que elegir a cuál de sus hijos o hijas dejar abandonados en el camino, quién aún vivo, agoniza con el estómago henchido y la boca llena de moscas; para ulteriormente, seguir su ruta sin mirar atrás abrazando al otro infante con la esperanza de encontrar ayuda antes de que corra la misma suerte de su hermano.

Empero, los indignados que se indignan por el alza de sus hipotecas y el costo de sus nuevos condominios; los 'altruistas' que apoyan causas comunistas entrometiendose en conflictos que no entienden, a costa de vidas inocentes; los activistas extremos que consideran la vida humana inferior a la del reino animal; los que dividen el Cuerpo de Cristo, los que señalan al hermano, murmuran e infectan la obra de Dios; los ministros eclesiales que miden su 'éxito' en la capacidad de congregar multitudes y galardones terrenales; todos ellos, cierran sus ojos a una cruda realidad vergonzosa, mientras nos preguntamos cuál es la verdadera 'decisión del diablo'.

La desconsolada y amarga coyuntura de una madre que poco o nada sabe de las infamias anteriores, manifiesta el ruego repetitivo y desesperado por un plato de comida para su hijo y para ella.

Juzgad vosotros, ciudadanos de Ciudad Real, si os conviene únicamente defender vuestra fe frente a los incrédulos o también se hace necesario hacerlo frente a los propios.

Aquellos que ignoran adrede la parte de la Escritura que sentencia sin vacilación ni mojigatería, que la fe sin obras es muerta, toman sin admonición ni censura, con indiferencia y parcialidad, lo que bien podría llamarse 'la decisión del diablo'.

Mauricio Serna
Ciudad Real, 16 de noviembre de 2011